viernes, 14 de marzo de 2014

Al son del ritmo escolar


Acá estoy, escribiendo en un mecánico de Lurín, sentado en el asiento del copiloto de nuestra querida Mika mientras le arreglan los bajos, algo sencillo, esta vez. Escribo ahorita porque no tengo mucho que hacer, me toca esperar, ya he organizado la agenda del fin de semana y venideros.




El cambio en la Casa desde que me he reincorporado al equipo es evidente, el ritmo escolar se impone, lo que significa que a las 6h. estamos en pie para desayunar todos juntos y salir así por la puerta, después de haber realizado los trabajos asignados, a los colegios a las 7'15h.; incluso actuando como combi del CPR para otros estudiantes y mamitas que se dirigen a Pachacámac.
El único que no va al colegio de mañanas es José (y Jaime) que lo hace por la tarde de 13h. a 18h. cuando sus compañeros del Hogar van llegando en dos turnos para almorzar y ponerse con las interminables y delirantes tareas, un show. Tiempo libre y 18'30h. turno de duchas para alistarse para la pregaria a nuestra Virgen, la de la Esperanza, 10min. de oración y paz.
Habiendo finalizado, en torno a las 20h. nos sentamos a la mesa mesa donde algunos ya no se molestan en evidenciar signos inequívocos de agotamiento para marchar a la cama a las 21h. y pico.

Aunque el ritmo en ocasiones se hace un poco pesado por la calor, las riñas entre los jóvenes y "demás historias" que no tienen porque tener mucho que ver con el apartado de Hogar de la Casa; es un horario que solemos cumplir y que ayuda a que cuando toquen las 22h. a los voluntarios también nos llame la piltra. Todo es acostumbrarse.




El mismo día que volví a estar por acá, Julia y yo nos acercamos hasta a Santa Anita (Lima) para estudiar el caso de un joven de 10 años que tal vez podría a formar parte de la familia. Él vive con su progenitora y hermano chiquito en lo alto de un cerro en el que no es muy aconsejable entrar sino se va con alguien amigo.  Ya me entendéis, o no. Un espectáculo en muchos sentidos. Por la zona no es extraño que periódicamente de oigan casos de "desapariciones" de policías que habían ingresado donde no debían.

Bueno, ahora el mecánico me comunica que no puede continuar con el trabajo porque se le ha terminado el oxígeno para poder soldar el resto del tubo de escape. Vamos a conversar... aleeeee besos





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