lunes, 3 de marzo de 2014

Volvemos al colegio


Lo primero que me veo obligado hacer es pedir perdón, disculparme por la tardía actualización de este "blog de burdell i peuades" pero es que entre una cosa y otra no había encontrado el momento idóneo para tomarme unos minutos frente al procesador de textos. Y es que me encuentro escribiendo en Casa, en la isla de Menorca después de un largo viaje junto a Lourdes, haciendo escala en Madrid y Palma de Mallorca (donde aproveché para ver a estimados amigos) hasta llegar a "s'lla de sa calma".




Seré sincero y diré que acá me siento extraño, estoy muy contento de poder compartir instantes únicos junto a familiares y amigos, personas importantes que hacia un año que no veía y que me alegra comprovar que están bien cada uno en "camino". Pero lo cierto es que, en varias ocasiones mi psique está más allá que acá, pensando que hora será en el país Sudamericano, que estarán haciendo mis compañeros y amigos, en que se entretienen los chicos, que tal está siendo la adaptación al nuevo curso y centro escolar, como serán las nuevas incorporaciones (que las ha habido, 2 hermanitos) y que efecto habrán producido en el resto... tantas y tantas cosas. 

La semana previa a la llegada a S'arraval 24, nos estuvimos concentrando en los preparativos para el inicio de los clases de los 3 que iban a ingresar al colegio parroquial "San Salvador", en Pachacámac, "el nuestro". Papeles, formalismos, reuniones, materiales... todo lo necesario para tratar de empezar el curso con buen pie a pesar de los nervios normales que acompañan a un cambio tan drástico, como es para un joven, el de centro escolar.




En el aspecto más lúdico, no nos podemos quejar ya que en los últimos días hemos podido ir alguna fiesta de cumpleaños y a una "Yunza" para celebrar el Carnaval. Esto, para que nos entendamos, es una especie de piñata hecha árbol. Un resumen rápido sería este encontrado en la red:

El árbol pareciera cobrar vida con todos los adornos que lleva, mientras que los danzantes lo hacen en círculo. La pareja de mayordomos o padrinos son los que inician el corte del árbol, entre movimientos de baile dan dos o tres golpes de hacha o machete al tronco; éstos mismos escogen a la pareja siguiente para así alternar con las otras parejas. Tragos van, tragos vienen, las horas pasan rápidamente, todo es risa y alegría, las parejas de danzantes tienen más fuerza, no parecen sentir cansancio, el tronco del árbol es sostenido por una pequeña astilla, hasta que una última pareja la toca y el árbol cae estrepitosamente al suelo, los espectadores entre jóvenes y niños se abalanzan sobre ella para atrapar  algún regalo, sin importarle que la pisoteen o la aplasten; los más cautos desde los alrededores lanzan baldazos de agua y globos; la risa y carcajada llenan los corazones de toda la multitud.

Donde verdaderamente cobran más fuerza este tipo de tradiciones es en la sierra peruana más recóndita, según cuentan José y Romel (de donde ellos provienen originariamente), mientras ridiculizan el hacer de los habitantes de Quebrada, ya que para los jóvenes, aquello no era más que un sucedáneo de la fiesta original a la que están acostumbrados en sus pueblos. En cambio, para mi, gringo, poder asistir a una celebración tan particular y auténtica al son de la caja y la salsa cubana mientras asestaba golpes al tronco con el enorme filo, fue algo bonito. Lástima de cámara.

Aleeee besos 





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