martes, 16 de abril de 2013

Antioquía, un pueblo de colores


Dejando a un lado mis piernas masacradas producto de un excesivo amor de los zancudos (mosquitos) peruanos, todo bien por éstos lares.
Durante el día, todavía brilla el sol con fuerza, pero al inicio de la jornada, así como a su fín, se hace necesararia una chompa (sweater peruano). El tiempo ya empieza a cambiar acá, los aires refrescan y se nota que el verano tocó a su fin; la bruma o garúa, tan típica de los meses de invierno, comienza a hacer acto de presencia.
 
 
 
 
El domingo, aprovechando el "día libre" decidimos dirigirnos a Antioquía, sin saber muy bien cómo llegar hasta nuestro destino y lo que allí nos encontraríamos. Un bonito pueblo de Sierra ubicado en el Valle del río Lurín a 1500msnm ("casi com El Toro nostru"), a unas 2h. y pico de Pachacámac, nos esperaba.
 
 
 
 
Lo que más caracteriza a Antioquía y lo que lo hace particular y especial, son sus casas decoradas con pinturas de aves, caballos y flores que llenan las calles de alegría, color y energía, un espectáculo para el visitante.
 
 
 
 
Después de comer en una bonita terraza en la Plaza de Armas del pueblo (que bien se cobraron al tomarnos por gringos pitucos) y de dar un paseo por sus curiosas calles pintadas, subimos con el carro a los cerros que presiden altivos, el hermoso paisaje donde tuvimos el verdadero placer de divisar el Valle en todo su esplendor; un espectáculo natural con el que nos sentimos en sintonía y en paz con todo aquello que nos rodeaba.
 
 
 
 

5 comentarios:

  1. Un poble de conte!! Que xulo!! :D

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  2. Ara mateix me piraria a Perú amb tu sense pensarmeu dues vegades. xD. Jo no puc...així que te seguiré llegint.

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