Así como ya hice la semana pasada, vuelve a ser domingo cuando aprovecho este espacio para realizar un repaso de lo que han sido éstos últimos siete días peruanos en los que por la Casa Vida (ya casi lista) ha pasado multitud de gente, desde personas que requieren nuestro apoyo en forma de atención diversa, lo que demuestra que se corre voz de nuestra presencia; maduritas pitucas que pretenden darnos sustento, lo que nos da fuerza para no defraudar a todos aquellos que creen en lo que estamos construyendo; el Obispo para mostrarle las instalaciones e informarle de nuestras intenciones para terminar recibiendo su "bendición"; y por supuesto, niños y jóvenes, uno de los motivos principales por los cuales estamos enfrascados en esta aventura.
(Cenáculo)
El ritmo de trabajo ha cambiado en nuestro modo de vida, hace algunas semanas, nuestra tarea se centraba casi exclusivamente en acomodar la Casa Vida; ahora en cambio, cuando los módulos ya están prácticamente habitables (a falta del mobiliario que debemos trasladar desde conventos y otros que nos lo facilitan), nuestras ocupaciones se han descentralizado de Quebrada Verde para poder abarcar otros aspectos de tipo social. Por ejemplo, la visita a otras Casas Hogar que tenemos el gusto de conocer y el encuentro con familias con las que nos sentimos cada más vez más en comunión y así ellas con nuestra presencia. Sencillos gestos como el de llevar tres platos de pollada con papas (pollo con patatas) a una casa en una situación precaria (por llamarlo bonito) y no dejar que salgamos por la puerta sin poder compartir y obligándonos a llevarnos una ración de lo que les habíamos traído... nos llenan de coraje y nos rompe los esquemas.
Poco a poco la integración con la gente de Pahacámac es más palpable, haciéndose notar en pequeñas cosas del día día, invitándonos a fiestas y demás eventos acompañados de la chela (cerveza) y el trago corto (ir de Piscos u otros alcoholes). Como curiosidad, aquí no es común que cada uno tenga su vaso, sino que la forma habitual de tomar (beber), es organizar un círculo (modo "Vikingo") donde la botella y el recipiente van rotando mientras se conversa. No apto para escrupulosos. Otra es el baile, algo verdaderamente cultural en el Perú y que se demuestra en cualquier tipo de celebración siempre con gracia y salero. Por suerte, soy un buen bailarín, o no.
(Cerca de San Luan de Miraflores)
Jajaja! I taaaaaant que ets un bon ballarí!! Te las vas a llevar a todas de cabeza, guanche! Jajaja!
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